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Amayadori Estudio de arquitectura en A Coruña
Arquitectos En Viveiro

Arquitectos en Viveiro frente a las tendencias de Ibiza

La revista de decoración dice que Ibiza es tendencia, pero tu casa está en Viveiro

Decía Ortega y Gasset que “ser de la época es ser de la moda, y la moda es lo contrario de la razón”. Y nada más peligroso en arquitectura que construir con modas. Si hay una verdad absoluta en este oficio, es que la estética por sí sola nunca ha hecho que un edificio funcione mejor. Pero la era de las redes sociales ha dado lugar a una epidemia de arquitectura de catálogo, donde la coherencia es un detalle menor y la imagen lo es todo.

El problema no es la falta de gusto; al contrario, hay más referencias que nunca. Es la falta de contexto. La arquitectura ha pasado de ser un acto de diseño a ser un ejercicio de curaduría visual. La gente ya no quiere casas, quiere imágenes de casas. Y el arquitecto se encuentra, una vez más, negociando con un cliente que no quiere entender que la forma sigue a la función, no a las tendencias.

Muchos clientes buscan la casa de playa perfecta. Muros blancos, techos de madera, texturas rústicas. Una oda al Mediterráneo, a la dolce vita, al eterno verano. Pero quieren construirla en lugares donde la lluvia y la humedad convierten ese yeso blanco en un lienzo para hongos y donde mantener una piscina infinita es más una penitencia que un placer. El blanco encalado funciona en Ibiza porque el sol lo seca. En el norte, lo que seca es la factura de mantenimiento.

Otros quieren fachadas de vidrio porque les encantan las casas abiertas y llenas de luz… en zonas donde el clima convierte ese diseño en un horno en verano y una nevera en invierno. Quieren cubiertas planas sin pensar en que la lluvia, inevitablemente, se abrirá paso.

El arquitecto, paciente, intenta explicar por qué no es buena idea. Pero el cliente ya se ha enamorado de la imagen. Y, como bien decía Mark Twain, “es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”.

Pinterest no es un plano: el síndrome de la arquitectura de fantasía

Ya no se diseña desde la necesidad, sino desde la imagen. Se ha perdido la relación entre la arquitectura y el lugar. Todo es replicable, todo es adaptable… hasta que las grietas empiezan a aparecer. Se confunde lo aspiracional con lo viable.

Los clientes llegan con un tablero de inspiración donde conviven una cabaña nórdica con una hacienda colonial y un loft industrial. Y no solo quieren todo a la vez, sino que lo quieren en un terreno donde no tiene sentido. No importa que el diseño no encaje con la orientación solar, el viento, el agua o la temperatura. El problema del cliente no es la funcionalidad, es que no está en Instagram.

Lo que sigue es una pelea entre la realidad y la fantasía. El cliente se aferra a su imagen mental como un creyente a su fe, y el arquitecto tiene que recordarle que los milagros no entran en el presupuesto.

Se piden fachadas de cristal en terrenos donde el sol las convertirá en hornos. Cubiertas planas en zonas donde la lluvia las transformará en piscinas improvisadas. Casas con una fachada de piedra local, pero con un interior de inspiración japonesa, porque alguien en una revista dijo que el contraste es sofisticado. Son decisiones hechas para una foto, pero que nadie se ha preguntado cómo se viven.

Porque, como bien dice el refrán, “no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”. Y en arquitectura, no es mejor el que más imágenes acumula, sino el que elige lo que tiene sentido.

 

 

Delegar no es perder el control, es saber a quién confiarlo

Decía Napoleón Bonaparte que “si quieres que algo se haga bien, hazlo tú mismo”. Pero claro, Napoleón conquistaba países, no diseñaba casas.

La arquitectura no es un menú donde se escogen elementos sueltos. Es un equilibrio de fuerzas donde cada decisión afecta a la siguiente. Un buen diseño no es una acumulación de caprichos, sino un sistema en el que cada pieza encaja.

Cuando el cliente empieza a meter cambios sin criterio, el proyecto empieza a cojear. Quiere arcos en la fachada, pero que la casa se vea moderna. Quiere paredes de vidrio, pero que haya privacidad. Quiere un espacio amplio y diáfano, pero que se sienta acogedor. La incoherencia es el peor enemigo del diseño.

El arquitecto no está ahí para frenar ideas, sino para evitar que el cliente arruine su propia casa. La diferencia entre un buen diseño y un desastre es la misma que entre un buen médico y un curandero: no es cuestión de intención, sino de conocimiento.

En otros ámbitos, la gente confía en los expertos. Nadie le dice a un piloto cómo aterrizar ni a un cirujano cómo operar. Pero en arquitectura, todos creen que su opinión tiene el mismo peso que el criterio profesional. Es el triunfo de la subjetividad sobre la lógica.

La diferencia entre un buen cliente y un mal cliente

Porque sí, también hay malos clientes. Y no son los que tienen gustos particulares ni los que piden modificaciones. Son los que no escuchan, los que creen que contratar un arquitecto es solo un trámite para plasmar su lista de deseos.

Un buen cliente no es el que no opina, sino el que entiende que su visión tiene que pasar por el filtro de la realidad.

La arquitectura de calidad no es solo cuestión de dinero. Es cuestión de mentalidad. Los grandes proyectos no los hacen solo los grandes arquitectos, sino también los clientes que saben confiar en ellos.

Diseñar no es jugar a las casitas

Si quieres una casa espectacular, el primer paso es entender que no basta con acumular referencias bonitas. La arquitectura no es un puzzle de tendencias, sino una disciplina que combina forma, función y contexto.

El arquitecto no está ahí para frenar tus ideas, sino para hacer que funcionen. Y si algo queda claro después de tantos proyectos, es que la gran diferencia entre quienes consiguen una casa bien diseñada y quienes terminan con un rompecabezas de estilos no está en el dinero, sino en la actitud. Porque la arquitectura no es una cuestión de caprichos, es una cuestión de inteligencia.

 

Amayadori ©

Arquitectos y Estudio de arquitectura en A Coruña.
Reformas, construcción de casas e interiorismo.
Financiado por la Unión Europea - NextGenerationEU

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